Carta de Presentación

 

Me llamo Paco, tengo 38 años, sufro una parálisis cerebral provocada durante el parto, eso no me ha impedido llevar una vida prácticamente normal, estudié E.G.B. en el colegio de Sabiote, un colegio de niños normales, en mi etapa como jugador de ajedrez federado gané como veinte trofeos, encontré el amor,  actualmente curso 3º de Psicología en la Universidad de Jaén, una universidad sin ningún tipo de barreras, ni arquitectónicas ni mentales y en la que me siento como en casa, acabo de publicar un libro de poesía que lleva por título “Mírame” y que está dedicado a Mariola, mi novia, ella padecía esclerosis múltiple y murió hace casi ocho años, mis sueños más inmediatos son acabar la carrera, trabajar con personas discapacitadas, pues pienso que al ser yo uno de ellos los puedo entender muy bien, reunir todo el dinero posible a través de actividades benéficas para intentar que se investigue mucho más la esclerosis múltiple y quizás volver al encontrar el amor, aunque seguramente es egoísta por mi parte pretender encontrar dos amores en una sola vida.

  Da miedo pensarlo, pero la diferencia entre una vida digna, y una existencia miserable la marcan los pequeños detalles. ¿Quién sería yo sin mis padres?, ¿Qué sería yo sin mis padres?. Para una familia sencilla y humilde no era nada fácil afrontar semejante situación, sin embargo lo hacen de una manera ejemplar.

 A pesar de no haber viajado nunca y casi sin saber leer, mi madre me llevó a Madrid, pues sabía que sólo en un centro de rehabilitación conseguiría andar, mi padre se quedó en el pueblo con mi hermana. Mi padre... Toda una vida de trabajo, sacrificio y privaciones, para que no me faltara nada. Y todo esto en una época en la que las familias solían avergonzase de sus hijos minusválidos, los recluían para que nadie pudiera verlos.

 Mis padres son tan grandes, tienen tanto coraje y tanta sensibilidad, que les hubiera gustado adoptar a otro niño minusválido, quizás alguno de esos que en mis mismas circunstancias, fue arrinconado, olvidado, o abandonado, como una maldición que cae sobre una familia.

 Son mis padres, ellos me han consagrado su vida y yo, aquí y ahora, quiero agradecérselo públicamente, pues todo se lo debo a ellos: Gracias por todo el amor que me dais cada día, gracias por vuestro coraje, gracias por no avergonzaros de mí, gracias por animarme constantemente, gracias por sentiros orgullosos de mí.

 Vosotros no lo sabéis, os sentís un poco tristes, algo vencidos por la edad, pero yo sé que mañana volveríais ha hacer lo que hicisteis hace 37 años, de algún sitio sacaríais las fuerzas, estoy seguro.

 Gracias por ser mis padres, gracias por ser así. Os quiero.

  Paquito.